sábado, 9 de octubre de 2010

Así es



“Así es el rio. Así es el juego”y El no pudo hacer más que asentir. Asintió porque estaba totalmente de acuerdo. Era un pensamiento que ya se le había pasado por la cabeza varias veces a lo largo de su vida. Ciertamente en las cosas del corazón o se gana en un tiempo límite o el partido se acaba. Habría que dejarlo para un partido de vuelta. O dejarlo, y punto. Pero una parte de Él mantenía una encarnizada reyerta a navajazos en su interior, arrojando su inconformidad, su rabia. Esa parte no quería rendirse. No era propio de El tirar la toalla. No después de tanto pelearlo, no cuando todavía había ganas, cuando aún había tanto fuego. Pero la razón se impuso con un argumento irrebatible “Ninguna mujer tiene dueño,déjala marchar”. Y eso hizo. El cuento que estaban escribiendo juntos llegó a su fín: El reloj dio las doce, el príncipe se convirtió de nuevo en nómada, y la princesa en una cicatriz que el tiempo debería curar, como ya lo hiciera algunas veces antes. Odio las oportunidades desperdiciadas, los finales mediocres, el amor que se queda en aire y no se hace carne: esos finales que no están a la altura de la historia que se estaba contando. Hay que joderse...

No hay comentarios:

Publicar un comentario